Sang Woo es un niño de 7 años que
va a pasar un verano con su abuela, que vive aislada en las afueras de la
ciudad, en plena naturaleza. Muda y perseverante, la abuela enseñará a Sang
Woo, niño caprichoso donde los haya, una valiosa lección de vida, un
pequeñísimo viaje iniciático en el que el chico descubrirá una verdad, que no
es otra que el amor, escondido en el lugar más inesperado. Tan inocente y naif
como sencilla y en ocasiones, cautivadora, el simple enfrentamiento, que no es
tal, entre nieto y abuela en un entorno natural sirve para elaborar un bello
canto a la figura de las abuelas. Éste elemento, que sin duda adquirirá gran
importancia en muchos espectadores, dirige todos sus dardos sentimentales a la conciencia
misma, al centro cerebral del cariño, al fundacional y primitivo sentimiento de
ser acogido por una figura amarosa que, a diferencia de lo que luego deparará
la vida, no espera nada a cambio ni tendrá una palabra de descontento. En ese
sentido, la abuela parece un árbol torcido que cura todas las heridas habidas y
por haber, consciente por fin del lugar que ocupa en el universo: primitiva y
divina, la abuela es un personaje de un estoicismo simplemente precioso. La
abuela de Sang Woo, muda y paciente, servicial e inflexible, entronca con una
tradición oriental que choca con las maneras occidentales, al igual que chocan
los estilismos desprovistos de cualquier pretensión de este contemplativo y
naturalista film. A diferencia de cualquier film patrio de ánimo adoctrinador,
o de cualquier pretenciosa manifestación de estilo contra-hollywoodiense, San
Woo y su abuela no pretende ser más de lo que es, y por ello mismo triunfa. No
importa que reitere una y otra vez en las mismas ideas -que son las que son, porque
aquí no se necesita de más-, que cualquier valor estructural del guión sea
dejado de lado en pos de un minimalismo que subraye hasta la náusea la
paciencia de una abuela que, bendita sea, representa a todas las abuelas y aún
más: en el film se critica sin criticar a las sociedades urbanas materialistas
-personificadas en el nieto-, se exalta (sin exaltar) la vida en la naturaleza,
se muestran sin tapujos los sentimientos más conmovedores (el prematuro enamoramiento
de Sang-Woo y sus celos, el sentimiento de cariño finalmente profesado hacia la
anciana), sin idear situaciones que lo demuestren: la película de Yiang se
muestra tan contemplativa, intimista, entrañable y mínima que sólo cabe
apreciarla en su justa y necesaria medida.
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